lunes, 18 de julio de 2011

Los listillos del aparcamiento


De vez en cuando he de usar los aparcamientos que han ido abriendo en mi ciudad, como resultado de una peatonalización un poco salvaje del centro de la misma. Siempre pienso que dónde meterán sus coches todos los que viven en las zonas peatonales de las ciudades, y en concreto en la de Salamanca, en donde muchísimas calles del antiguo casco urbano están peatonalizadas o, cuando menos, "urbanizada", que dicen ahora los entendidos.

En nuestra Europa, ésa a la que nuestros políticos siempre nos quieren acercar para lo malo pero no para lo bueno, los residentes tienen plaza en superficie o en primera planta del aparcamiento subterráneo, y además gratis, porque para eso viven en esos sitios. Bastante es ya que no puedan aparcar al lado de donde viven. Es una manera de no echarlos a las afueras o a las urbanizaciones, lo que supone aumento de consumo de combustible y demás. Pero aquí no, y buena prueba de ello es  la ciudad donde nací, preciosa por otra parte. Para todos aquellos que no tienen coche es una ciudad muy cómoda para pasear y barata por sus autobuses. Pero...

Pero (siempre tiene que haber un pero) ¿qué pasa con los que tienen coche y viven en esas zonas?. Imposible aparcar. Han de costearse una plaza de garaje carísima, o una plaza de "residente" previo elevado pago a la empresa adjudicataria, o irse fuera, como decía antes. Lo sé porque lo he sufrido durante muchos años en los que se puso de moda urbanizar y peatonalizar calles y mas calles, sin tener aparcamientos subterráneos y obligado a dejar el coche mal aparcado o lejos de mi casa. Las multas estaban a la orden del día. A lo mejor era por eso. ¡Qué gran negocio!. Otro motivo de indignación.

 Las calles en las que antes se podía aparcar, que eran muchas, ahora ya no se puede, y las que tenían por ejemplo 30 plazas, ahora tienen ocho porque han puesto bancos en los que nadie se sienta, o árboles que se secan y que son una tentación para los cacos por su proximidad a los balcones y ventanas. Total, que poco a poco el centro de mi ciudad parece un páramo por las noches al desaparecer el tráfico y los coches aparcados. Incluso de dia hay verdaderos atascos porque hay pocas salidas del casco urbano hacia el exterior, o porque alguien se para a cargar o descargar, o porque se avería algún coche, o porque se espera a que otro salga para poder aparcar en su plaza. Un caos.

Alguno me dirá que vaya andando o en bus. Eso hago, pero así no se soluciona el problema de los residentes que tienen coche (yo ya no soy residente, vivo fuera por todos estos motivos y alguno más). Ajo y agua. Han de pagar una cara plaza de garaje, porque hay pocas, o ya digo: se van de Salamanca si es que tienen dinero para pagar una vivienda fuera de ella, que eso es lo que  probablemente tendrán que hacer, y se hipotecarán hasta las cejas porque no hay de alquiler, que de eso hoy dia se habla mucho, para mayor negocio de bancos e inmobiliarias.

Pero no quería hoy hablar de esto, porque el título nada tiene que ver con lo que después he ido contando. Hay días en los que me enrollo mucho. A lo que iba. Que esta mañana, al salir del aparcamiento subterráneo, me encuentro al lado de mi plaza con un flamante Jaguar G-type matrícula 7943etcétera ocupando dos plazas. Así, como te lo cuento. El coche plantado en toda la raya de separación de ambas. Échale pelotas. Se conoce que andaba mal en eso de aparcar y necesitaba las dos, o que tenía miedo a que se lo rayaran, pobre (o pobra), que está nuevecito el coche, oiga. Tomo nota y se lo digo al encargado. No se puede hacer nada, me contesta, porque la grúa no puede retirarlo al ser privado el sitio. Algo podrán hacer, le dije, cobrarle dos veces o algo así. Nada de nada. Si acaso, contesta, se lo digo para que no lo vuelva a hacer (como a los niños pequeños, pensé). Ya sabe, seguía diciendo el hombrito, el que no tiene educación hace eso.

El programa informático de los aparcamientos te leen la matrícula. La maquina de pagar bien te puede cobrar el doble si antes le has tecleado una notita que diga: "A ese listo del Jaguar matrícula tal le cobras el doble cuando leas su tarjeta,  por maleducado. Y si viene a protestar lo detectas y se sueltas aullidos con la alarma general, para que se entere él y los demás". Pues nada. Ni con esas.

La próxima vez creo que aparcaré con suficiente holgura para salir cómodamente y que no me rayen mi coche, que lo quiero mucho.

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